Una ciudad crece para
mejorar…
O al menos ese debe ser el
objetivo de un gobernante responsable y fiel al principio de buscar siempre lo
mejor para sus vecinos y vecinas.
Cuando el crecimiento se
convierte en una carrera siempre huyendo hacia adelante y con el mero fin de
obtener recursos económicos para ir tapando agujeros del desarrollo anterior,
estamos perdidos.
Ese ha sido el objetivo de
los gobernantes del Partido Popular en Arganda en los últimos 10 años: tapar
agujeros y huir desesperadamente hacia adelante, hasta el borde del precipicio…
El propietario de unos
terrenos que desee urbanizar está obligado por Ley a ceder al ayuntamiento un
porcentaje de los mismos (en la actualidad es el 10%). Un buen gobernante que
piense en el crecimiento de su ciudad y en el bien de sus ciudadanos, reserva
ese suelo para ir creando servicios municipales en los nuevos barrios: centros
sociales, bibliotecas, parques, colegios, instalaciones deportivas, etc.
El ayuntamiento se reserva
la facultad de acordar con el propietario el pago en efectivo de ese
porcentaje. Es lo que se denomina en el argot urbanístico “monetizar”. Eso es
lo que se ha preferido reiteradamente aquí en Arganda por los sucesivos
alcaldes del Partido Popular: hacer dinero con las cesiones obligatorias,
dejando el mínimo de terrenos para la construcción de equipamientos. Así se iba
huyendo hacia adelante, y con dinero de los crecimientos urbanísticos se iban
tapando agujeros y se iban dejando los servicios e instalaciones de los nuevos
barrios para posteriores desarrollos. Una nueva versión del sistema piramidal.
Llegó la crisis y el
pinchazo de la burbuja inmobiliaria. No aparecieron nuevos desarrollos
inmobiliarios. Incluso algunos que había previsto están paralizados. Y el
ayuntamiento de Arganda ejecuta el salto definitivo hasta el borde del
precipicio: cambia el uso de los escasísimos terrenos que tenía de cesiones
obligatorias para construir dotaciones, los convierte en suelo urbanizable y
los vende para construir viviendas. Lo poco que no se había “monetizado” en su
momento, se hace dinero al final.
Cuando los vendedores de
las nuevas viviendas explicaban a sus posibles compradores las bondades de las
mismas, contaban (y no mentían, porque así estaba
previsto) que cerca habría una biblioteca, o un centro social, o una zona
verde. Y yo cuento a estos actuales propietarios que ellos han pagado los
terrenos donde iban a ir esas bibliotecas o instalaciones deportivas, pues en
el precio de sus viviendas iba incluido el porcentaje de cesión obligatoria al
que están sujetos los propietarios promotores de viviendas. Y ahora han vendido
los terrenos que los nuevos propietarios habían comprado y se han quedado con
el dinero.
En el año 2003 éramos en
Arganda 36.000 vecinos. Ahora somos ya más de 55.000. La diferencia, 19.000
habitantes, se ha distribuido en más de 6.000 nuevas viviendas. Aún hay muchas
más vacías, sin vender, esperando nuevos inquilinos. Eso, según nuestros
cálculos, supone cerca de 300 millones
de euros que se han ingresado en este ayuntamiento en los últimos 10 años, casi
todo en efectivo.
Pero ya no cabe la huida
hacia adelante. No hay desarrollos urbanísticos a la vista, el ayuntamiento
tiene una deuda de 94 millones de euros, y los nuevos barrios se han quedado
atrapados en el sistema piramidal: ya no se podrán pagar los servicios de
barrios nuevos con barrios más nuevos.
La burbuja le ha explotado
en la cara al mal gobernante. ¿O es que pensaban que Arganda podría crecer
hasta el infinito? ¿Cuáles eran los límites de la pirámide?
Guillermo
Hita Téllez
Concejal
del Grupo Municipal Socialista
Coordinador de Política Local y Comunicación
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