Para ella no es una preocupación quién crea empleo porque cree en el derecho al trabajo, cree en el esfuerzo y en el sacrificio.
Sabe que de ella dependen otras personas: su hijo recien nacido y su madre, que desde que se separó de su pareja vive en casa con ellos para echarle una mano con las tareas del hogar y en el cuidado de su peque.
Pero sí está preocupada porque ha oído decir al jefe de la pequeña empresa en la que trabaja desde hace seis años que no encuentran financiación para seguir invirtiendo en el proyecto.
No le importa gracias a quién tiene un empleo del que se siente orgullosa y al que le dedica su empeño, su cariño y mucho tiempo, pero sí sabe que es el momento de encontrar apoyo en otros, y su mirada se vuelve hacia el Gobierno del pueblo en el que vive. De él espera decisión e implicación. Desea que sienta como suyo el problema de la empresa para la que trabaja y su propio proyecto vital.
De su Alcalde no quiere ni grandes eventos, ni fotos con famosos, ni gastos superfluos en propaganda, inauguraciones y canapés. De él espera, ahora más que nunca, que se moje, que eche una mano a quienes peor lo están pasando, a las empresas y a las familias de trabajadores que necesitan apoyo.
Es el momento de volcarse con los casos particulares, con los problemas del día a día, con esas pequeñas cosas que sin embargo, llenan de incertidumbre y de miedos la cabeza de Laura y de otros argandeños como ella.
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